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rocio periz

7 herramientas para revertir los síntomas digestivos

Como comentamos en la entrada anterior, en la que tratamos las distintas pruebas y síntomas que pueden servirnos para orientar el diagnóstico de una posible alteración de la microbiota intestinal, no debemos dejar guiarnos exclusivamente por sus resultados. Existen muchos falsos negativos, personas con resultados normales pero con disbiosis intestinal. Por eso, lo más importante será siempre evaluar los síntomas y signos visuales que la persona experimenta, para desde ahí, empezar a tratar si es necesario.


Dicho esto, ¡pregunta del millón!


¿Cómo resuelvo esto? , ¿Existe un tratamiento ideal?





Aspectos más importantes que deberás tener en cuenta


1. Restablecer el equilibrio de microorganismos patógenos alterados


Desde mi experiencia en consulta, me encuentro un alto porcentaje de personas cuyo origen de sus alteraciones digestivas tienen su raíz en la presencia de parasitosis crónica. Es importante llevar a cabo en estos casos un buen proceso de limpieza guiado por un profesional para poder dar después reforzar la barrera intestinal y trabajar los daños colaterales a su presencial (permeabilidad intestinal, disbiosis..).



2. Mirada a tus digestiones y el correcto tránsito intestinal


Ser conscientes de la importancia de aportar una alimentación de calidad, libre de alimentos proinflamatorios como el gluten, los lácteos de vaca, soja, cereales o cacahuete, es el primer paso a tener en cuenta para mejorar los procesos digestivos. En muchas ocasiones en los que los síntomas lo exigen, resulta conveniente llevar a cabo una alimentación baja en FODMAPS o baja en fructosa y otros hidratos de carbono, mientras se trabaja el origen del problema con determinados suplementos para restablecer el equilibrio digestivo. En estos casos, el uso de enzimas digestivas y ácido clorhídrico en forma de betaína para asegurar un buen nivel de acidez estomacal. Nos ayudará a proteger la mucosa intestinal y mejorar síntomas como el estreñimiento. Éste último es otra de las cuestiones a tratar si lo padeces, pues si no hay una correcta eliminación de sustancias es imposible resolver la disbiosis.



3. Controlar el crecimiento exacerbado de microorganismos patógenos que forman parte de la microbiota


No es cuestión de culpar a la posible presencia de un parásito o cándida de toda la sintomatología que presente la persona. En efecto, son parte del problema, pero es su cantidad y su proliferación descontrolada lo que agrava la situación. Por ello, es clave controlarlas y dar espacio a la microbiota muconutritiva e inmunomoduladora, pero no eliminarlas del todo, pues el desequilibrio se puede acentuar. Para ello, es clave en línea con lo comentado previamente, llevar un estilo de alimentación antiinflamatoria, baja en azúcares fermentables (FODMAPS) por un tiempo determinado, bajo en fructosa (no libre de ella) y de fácil asimilación (por ello las opciones hidrolizadas son ideales en estas circunstancias). Además, se puede recurrir al uso de antimicrobianos naturales como puede ser el aceite de orégano, pau d’arco, artemisa o clavo junto al resto de pautas para controlar su crecimiento.



4. Cuidar tu sistema inmune para asegurar un buen ejército de defensas que te proteja


Una persona sana nace con sus propios mecanismos de defensa gracias a la secreción de sustancias por nuestras propias bacterias con capacidad antimicrobiana e inmunomoduladora. No obstante, en un estado de alteración de la flora intestinal observamos una caída en picado de las bacterias mucoprotectoras y con capacidad defensiva. Con lo cual, ese estado de inmunodepresión lincado a un estado de inflamación es lo que desencadena ese malestar intestinal y síntomas de hinchazón, gases y malas digestiones. Por ello, es importante repoblar el intestino con determinadas cepas bacterianas con el uso de probióticos. Particularmente, uso con mis pacientes las siguientes cepas: Lactobacillus plantarum, Saccharomyces boulardii, Saccharomyces Cerevisae y ciertas Bifidobacterias. ¡Pero ojo!, ten cuidado en la “auto suplementación”, pues tomar probióticos sin tener en cuenta tu contexto puede agravar la situación. En estos casos es importante que un profesional te guie para que te recomiende aquellos probióticos que son adecuados para tratar tu caso.



5. Aportar los nutrientes clave en cantidad suficiente que suelen estar alterados por ingesta insuficiente o malabsorción


Es muy común encontrarnos, como consecuencia de un estado de la microbiota alterada, malabsorción de nutrientes como zinc, vitamina D, magnesio, glutamina o anemias causadas por un déficit de vitaminas del grupo B. Esto lo vemos constantemente en analíticas y si no se presta atención puede haber graves consecuencias a largo plazo. Son vitales para el buen funcionamiento del sistema inmune y garantizar una buena barrera defensiva frente a la entrada de patógenos. En este sentido, el mecanismo de acción será mejorar su absorción tratando el intestino a la vez que lo suplementamos en formas biodisponibles, para asegurarnos que la persona no se encuentra deficitaria.



6. Tus canales depurativos “on fire”: actividad del hígado y del riñón


Cuando estamos en un proceso de limpieza del organismo, tenemos que asegurar que las puertas de “salida” están funcionado de forma óptima. En muchas ocasiones el hígado se ve sobrecargado y no lleva a cabo de forma adecuada sus procesos de desintoxicación. A estos efectos, usar herbáceos con efecto hepatoprotector como el diente de león, desmodium o cardo mariano, a la par que se complementa con actividad física y ayuno, son herramientas clave para ayudar a la correcta eliminación de sustancias en nuestro organismo.



7. Cuida tu exposición y manejo del elemento “estrés”


Una situación de estrés genera una cascada hormonal que disminuye el sistema de defensa, además de aumentar la permeabilidad intestinal. El contacto con la naturaleza, ejercicios de respiración, pasar un buen tiempo con amigos/familia, el arte, la música... cualquier actividad que disfrutes van a ser parte importante del tratamiento en una persona con disbiosis que está mental y metabólicamente estresada.




Recuerda: nosotros somos el hospedador de nuestra microbiota y para mejorar nuestra salud a todos los niveles buscamos estar en simbiosis (buen rollito) con ella.


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Por tu salud 🙂


Rocío

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